miércoles, 21 de noviembre de 2012

Celos


Si estás varios días trabajando sin descanso, alojándote en hoteles y recorriendo cientos de km visitando clientes, llega a un punto que te encuentras muy solo. Las amistades que forjas, por muy bien que te relaciones, acaban siendo eso: una relación empresa/cliente, así que para pasar esos momentos muertos, me queda el cine, algún paseo por la zona de terrazas y copas o contemplar algún espectáculo público, pero más solo que la luna. Así que para no sentirme solo, decidí que el club de escorts era lo ideal, allí no sólo pasas el rato en buena compañía, sino que puedes hacer amistades, como con Silvia, la camarera tan bonita con la que salí hacía unas semanas.

Cuando entré y la vi sirviendo copas, el corazón me dio un vuelco. Enseguida pensé si ella recordaría nuestra salida nocturna, como amigos. Cuando me acerqué a la barra, comprobé gratamente que me sonreía muy contenta. Me sirvió tras un saludo efusivo y quiso comprobar si la busqué la semana anterior. Al responderle afirmativamente, todavía se mostró más alegre y confesó que lo dudaba, ya que no nos intercambiamos los números de teléfono tras la cita. Realmente se sentía muy alagada que habiendo tanta mujer hermosa, la eligiera a ella que ni siquiera alternaba.

Ese día jueves, el Club estaba muy concurrido, a penas pude hablar con Silvia que vestía un pantalón corto similar al de los tenistas y una camiseta sin mangas, muy ceñida, con un pecho 80, al menos, que le estallaban en su interior. Estaba preciosa con el pelo recogido y esos ojos tan grandes y simpáticos. Ninguna chica se me acercó, pues todas estaban de algún modo ocupadas. Silvia me servía al terminar mi copa, sin pedirlo, señal de que no quería que me marchase sin ella. Y en efecto, una hora después de entrar, me avisó de que en media hora terminaba su turno. A pesar de estar algo cansada, nos dimos un paseo por las terrazas y poco a poco me iba acercando más a ella, siempre sonriente, y la besaba, le acariciaba con más ardor en la cintura, su culito tan bueno, hasta que me permitió abrazarla y pasar las manos por sus maravillosas tetitas por debajo de la chaquetilla que vestía. En esa segunda cita, también la despedí en un taxi, esta vez intercambiando nuestros números telefónicos, pero antes de partir hacia su casa, me comentó: “no soy celosa, en el Club puedes entrar con la chica que quieras, al fin y al cabo, a eso vas ¿no?”

1 comentario:

  1. Hola, tremendo relato. Realmente me impresionó. Me encantaría que me mencionases en tu próxima entrada, puesto que nuestros escritos tienen una temática muy parecida. Sigue así. Mi blog es:
    http://relatos-eroticos-hot.blogspot.com.es/
    Si desea poner un link en su publicacion a mi blog, estaré encantado de hacer lo mismo.
    Muchas gracias.

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