viernes, 21 de diciembre de 2012

Fantasías sexuales: hacer un trío

Tener sexo con dos personas al mismo tiempo es una de las fantasías sexuales más comunes, tanto entre mujeres como hombres. Los chicos, generalmente, van a preferir dos mujeres, y las chicas, dos hombres… ¿Por qué será? Hay dos maneras de enfocar este asunto: prepararlo concienzudamente o improvisar. En ninguno de los dos casos el éxito, ni mucho menos, está asegurado. 

Fantasías sexuales, hacer un trío


Si optamos por improvisar, se trata de una experiencia que surge sin haberlo planeado. Lo habitual es que pueda ser la culminación de una noche de marcha. Dos amigos salen una noche y conocen a una chica. La cosa se pone caliente y al más atrevido de los dos lo propone, medio en broma, medio en serio. Y al final, se termina en la cama. También pueden ser dos hombres (o dos chicas) que se lo proponen a un tercero (o tercera). Pero entonces ya es una orgía ¿no? 


El resultado de un trío improvisado será una noche inolvidable. Independientemente del éxito de la relación, la experiencia en sí es de esas que se recuerda durante mucho tiempo, sobre todo si no lo hemos hecho anteriormente. Servirá para echar unas risas con la amiga participante durante un montón de tiempo. Con un trío improvisado no se persigue tanto el éxito sexual, sino el valor de la experiencia.
Si  queremos hacer un trío con nuestra pareja, el asunto se torna más complejo. Las dos personas deben estar plenamente de acuerdo y establecer algunas pautas. Encontrar a la otra pieza del ménage à trois no será fácil.


Hay que tener cuidado, ya que la fantasía y la realidad son ámbitos muy diferentes. Pueden surgir conflictos que no esperábamos, celos, o frustración. A veces, cuando una actividad se prepara al milímetro, todo acaba saliendo al revés… En fin, no queremos quitaros las ganas de hacer un trío con vuestra pareja, tan solo invitaros a reflexionar. No nos olvidemos que las fantasías, fantasías son.

martes, 11 de diciembre de 2012

La importancia del aspecto

El viernes pasado quedé con una amiga en una terraza de una cafetería para tomar algo y si se presentaba, salir a divertirnos por ahí. Iba muy bien arreglada, con minifalda azul oscuro, camisa blanca con los botones abrochados lo justo, para mostrar un escote muy llamativo, un chalequito de tela fina a conjunto de la faldita, medias y zapatos de tacón alto a tono con el conjunto.



Carolina, pues así se llama, es morena de larga cabellera y ojos vivos también negros. En sus muñecas y dedos le brillaban muchos abalorios: reloj, pulseras, anillos y en su pecho colgaba una gargantilla de plata con diversas medallitas y objetos también brillantes. Realmente estaba preciosa y cuando le di dos besos en las mejillas, noté un perfume exquisito. Sus labios resaltaban en un rojo vivo y durante un rato la miré sin escuchar lo que decía, tan sólo la observaba embelesado por su belleza.

Cuando recuperé el hilo de la conversación, Carolina me estaba comentando precisamente que los hombres no nos fijamos en ellas, que parecemos siempre distraídos y no sabemos apreciar lo guapas que se ponen para nosotros. ¿Y cómo le decía que era precisamente por eso por lo que nos mostramos distraídos, porque nos cae la baba mirándolas? Pero si le dices eso estás perdido, porque ya no serías lo que esperan de nosotros. Lo que esperan es que sigamos distraídos para que ellas se sigan poniendo así de guapas y nosotros intentemos descubrir si sus braguitas y sujetador son así de exquisitos, y si ella huele así de bien cuando la acariciamos en la intimidad, y por fin, si podemos llegar distraídamente a desnudarla para buscar sus secretos más escondidos.

martes, 4 de diciembre de 2012

Calentorros (y calentorras) por naturaleza

Bien es sabido que tanto los hombres como las mujeres somos sensibles a las caricias. Los besos prolongados y el tacto suave por el cuerpo de nuestra pareja, nos ayudan a estimular nuestros genitales y prepararlos para el coito. A eso le llamamos calentamiento. Los hay que nos calentamos con sólo mirar a la pareja, somos calentorros por naturaleza y nos comportamos como conejos, siempre en celo, a la espera de un descuido.

Una chica sexy nos puede poner a tono

Pero hay personas más duras en ese aspecto, o si lo prefieres, más frías. Necesitan de otros estímulos, sea en el sistema de tocamientos o en agentes externos, sean visuales o de contacto más fuerte, para calentarse como es debido. Podemos decir que son excepciones a esa gran mayoría que ya nos calentamos con sólo visualizar las formas del culito o de las tetitas (en mi caso). Pero no significa que se sufra ningún deterioro emocional, o enfermedad extraña. Es algo que a todos nos pasa alguna vez y recomiendo darle variedad a vuestra sexualidad, el modo de estimularos, para que no se convierta el amor en una mera necesidad biológica.

Disfraz de Caperucita sexy

Un ejemplo a seguir son los disfraces, que podéis encontrar en vuestra sex-shop online. Es una manera muy divertida de descubrir el cuerpo de la pareja tal y como lo imaginamos en nuestras aventuras juveniles (y no tan juveniles). Por ejemplo ella de enfermera: con esa batita corta que al inclinarse se le ven las braguitas blancas, con su cofia, los labios bien rojillos y su pelo recogido, exagerando sus movimientos sexys. Yo por supuesto de paciente, para que me mida la tensión… Embutido en un suave camisón de hospital y sin ropa interior. Pero hay más disfraces y combinaciones, idead una escena que os divierta y disfrutad luego de ese calentón. Ah, con algo de música también mola. Vestiros de cuero, caperucita y el lobo, recread una escena de alguna película erótica. Divertíos y ya me contaréis.