lunes, 6 de mayo de 2013

Espejito, espejito

Tanto el Hombre como la Mujer necesitan de una serie de estímulos que preparan el atracción sexual, pudiéndolo llamar cortejo, sugestión o simplemente preámbulo para el coito. Aunque muchas veces nos parezca que la relación sexual apenas dura unos minutos, en realidad puede durar días, semanas e incluso años, para esas personas más tímidas o con problemas de comunicación.

Todos pasamos por esa época de pubertad, adolescencia, donde nuestros órganos sexuales parecen ollas a presión y nos preocupa. De los sentidos que usamos para nuestros estímulos, el primero que se pone a trabajar en este aspecto es el visual.

Quién no recuerda esas primeras revistillas guarras que le descubrimos a nuestro hermano mayor, con el pedazo de mujeronas con las piernas abiertas, como bailarinas de circo, mostrando toda la plenitud de su entrepierna, con el clítoris inflamado y la vagina abierta y húmeda, con un enorme pene a su lado en disposición de penetración. Esas primeras imágenes son las que impactan e incluso nos quedarán grabadas de por vida hasta las caras de los actores porno como si fuesen estrellas míticas del celuloide. Nuestras primeras masturbaciones.

¿Qué hacer para volver a sentir esas sensaciones, ese impacto visual como en nuestras primeras veces? ¿Cómo recuperar la libido de nuestros años de adolescencia?

Para estimularnos de nuevo, con mucho sexo ya a nuestras espaldas y peligrando nuestro disfrute y el de nuestra pareja, debemos volver a jugar como en nuestra adolescencia, intentar una regresión como si nada de lo anterior hubiese sucedido. En lo que al campo visual se refiere, una idea fantástica es situar espejos en lugares estratégicos.

Nuestra sugestión, la manera espacial de percibir las formas por nuestro cerebro, hace que en el acto sexual, tanto él como ella tengan que imaginar que están haciendo el amor mientras lo hacen. Parece contradictorio, pero así es nuestro cerebro: los sentidos nos tienen limitados a percibir las cosas en unas pocas dimensiones y si no las dominan, las imaginan.

Mirarnos y mirar a nuestra pareja con las piernas abiertas, mirar su culito mientras la penetramos, es una sensación que supondrá una nueva manera de disfrutar el sexo, casi como una primera vez. Luego ya inventaréis otras situaciones, otros juegos para realizar con los espejos.

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