lunes, 22 de octubre de 2012

El entrenamiento

Todas las mañanas desayuno al lado del trabajo, en una cafetería con terraza de esas cubiertas, donde los camareros te sirven uniformados, bandeja en mano y una servilleta blanca colgando muy limpia del brazo, vamos, de la forma tradicional. Como son ya varios los años que acudo a diario, me llaman por mi nombre, aunque el tratamiento sigue siendo de “usted”. No lo voy a negar, no voy allí por el buen servicio de los camareros, ni por la cercanía del trabajo, voy por que Purita trabaja allí.

muñecas hinchables


Se acercan los camareros y me dicen: “buenos días Gustavo, ¿va a tomar lo de siempre?”. Pero se acerca Purita y con esa sonrisa tan seductora, esa figura que quita la respiración, aunque el uniforme le esconda mucha femineidad, muy despacio me dice: “Hola Gustavito, ¿quieres un whisky y una tapa?”


Claro, al principio, cuando empezábamos a tomar confianza, sus bromas me parecían muy divertidas y me dejaba tomar el pelo para reírnos juntos, ahora le sigo la corriente o le ataco con el tema que me interesa, que no es otro que llevármela de fiesta por ahí. “Me quedé esperando en el pub y no viniste…” Le decía mientras ella se gira. Tiene un culo perfecto, redondito y al mover las caderas parece que baila. Es exacta a mi doll. Y Purita me responde: “lo siento, no pude ir, ¿Quedamos otro día?”.

Muñeca hinchable


Resulta muy práctico ensayar todo lo que le haría a Purita con mi muñeca hinchable, te convierte en un amante paciente, vas acariciando sus partes calientes sin prisa, pensando en que ese culito es de Purita, que esos pechos tan suaves se deben tratar con delicadeza. No me precipito, sé que pronto Purita querrá salir conmigo y estaré preparado para ese momento de amor con ella, gracias al “entrenamiento” que realizo con mi muñeca.

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